CAPITULO IX.- LOS DIEZ SEPHIROTH DE LOS CUATRO MUNDOS

Ya hemos notado la división de los Sephiroth en los Cuatro Mundos de los Cabalistas, porque este es uno de los métodos de clasificación más empleados por esa escuela y de gran valor cuando se estudia la Evolución. Debemos recordar, sin embargo, que el Arbol no es un sistema arbitrario de clasificación, porque una cosa haya sido clasificada de una manera en un sistema, eso no significa que no pueda ser debidamente clasificada bajo otro encabezamiento y en otro sistema. La reaparición del mismo símbolo en diferentes esferas, muchas veces, suministra clave valiosas.

Según otro sistema de clasificación, se considera que los Diez Santos Sephiroth aparecen en cada Mundo Cabalístico sobre todo arco o nivel de manifestación, de manera que así como Ain Soph Aur, la Luz Infinita del Inmanifestado, se concentró en un punto, que era Kether, operando las emanaciones hacia abajo a través de crecientes gradaciones de densidad hasta llegar a Malkuth, así tambien al Malkuth de Atziluth se lo considera como si diera origen a Kether de Briah, y así sucesivamente, a través de los planos, el Malkuth de Briah da nacimiento al Kether de Yetzirah y el Malkuth de Yetzirah al Kether de Assiah, y el Malkkuth de Assiah, que es el aspecto más inferior, desborda ya en los Qliphoth.

Sin embargo, se considera que Atziluth es la esfera natural de los Sephiroth, y por este motivo se le llama el Mundo de las Emanaciones. En este mundo y sólo allí es donde Dios actúa directamente y no por intermedio de Sus Ministros. En cambio en Briah actúa por intermedio de los Arcángeles, en Yetzirah, a través de las huestes Angélicas y, en Assiah, por intermedio de los centros que hemos denominados Chakras Mundanos, planetas, elementos y signos del Zodíaco.

Tenemos, pues, en estos cuatro juegos de símbolos, un sistema completo de notación para expresar el modo de operar de cualquier potencia en un nivel dado, y este sistema de notación es la base de la magia ceremonial con Sus Nombres de Poder y también de la magia talismánica y del sistema adivinatorio del Tarot. Por esta razón se dice de esos "nombres bárbaros de evocación" que no se les puede cambiar ni una letra, porque constituyen fórmulas basadas en el Alfabeto Hebreo, que es el lenguaje Sagrado del Occidente, así como el Sánscrito es el lenguaje Sagrado del Oriente. En hebreo, además cada letra es también un número, de manera que los nombres son fórmulas numéricas, y por otra parte, uno de los más intrincados sistemas de matemática metafísica, llamado Gematría, está basado en este principio enunciado.

Existen algunos aspectos de la Gematría que, según nuestros conocimientos, han sido degradados o no sirven para nada, siendo puras supersticiones, pero la idea básica del sistema de matemáticas cósmicas encierra indudablemente grandes verdades e inmensas posibilidades. Utilizando ese sistema se pueden descubrir las vinculaciones de los factores cósmicos, siempre que se conozca la manera de escribrir correctamente los Nombres de Poder Hebreo, porque esos Nombres fueron formulados de acuerdo con los principios de la Gematría y es ésta la que suministra la clave de los mismos. Sin embargo, por fascinante que sea este tema, no podemos ocuparnos de él ahora.

En el mundo Arquetípico de Atziluth se asignan a los Diez Sephiroth diez formas de los Nombres Divinos. Cualquiera que haya leído la Biblia habrá observado que en ella se menciona a Dios con muchos títulos: como el Señor, el Señor Dios, el Padre y otras denominaciones. Ahora bien; no se trata, como se creería, de recursos literarios para evitar repeticiones, sino de términos metafísicos o exactos, gracias a los cuales según el Nombre que se emplea podemos conocer el aspecto de la Fuerza Divina en cuestión y el Plano en que está operando.

Se dice que en el mundo de Briah los poderosos Arcángeles son los que ejecutan los mandatos de Dios y les dan expresión, y en las Esferas Sephiróthicas del Arbol en el mundo mencionado se encontrarán los nombres de esos diez Poderosos Espíritus.

En Yetzirah se encuentran los coros angélicos, innumerables, que ejecutan los mandamientos de la Divinidad, y también se encontrarán asignados a las correspondientes Esferas Sephirothicas, permitiéndonos conocer así el modo y nivel de su operación o funcionamiento.

Como ya hemos notado en Assiah, ciertos centros de fuerza tienen correspondencias similares. Ya consideraremos todas estas asociaciones cuando lleguemos al estudio detallado de los Sephiroth.

En la exposición simbólica de los Diez Santos Sephiroth, en los cuatro Mundos, hay también otro juego importante de factores que conviene tener en cuenta: son las cuatro escalas de color clasificadas por Crowley como Escala Real, asignadas al Mundo Atzilúthico: la Escala de la Reina, asignada al Mundo Briáthico; la Escala del Emperador, asignada al Mundo Yetzirático, y la Escala de la Emperatriz, asignada al Mundo Assiahtico.

Esta clasificación cuaternaria tiene un significado amplísimo en todas las cuestiones cabalísticas, lo mismo que en la Magia Occidental, que está basada mayormente en la Cábala. Se dice que está bajo la presidencia de las cuatro letras del Tetragrammaton, el Nombre Sagrado exotéricamente expresado como Yejovah (Jehovah). En hebreo, cuyo alfabeto carece de vocales, esa palabra se escribe JHVH, o bien, de acuerdo con el nombre hebreo de cada letra: Yod, Hé, Vau, Hé. Las vocales se indican en hebreo mediante puntos que se insertan dentro o bajo las letras cuadradas de la escritura, la cual se efectúa de derecha a izquierda. Estos puntos vocales fueron introducidos en tiempos comparativamente recientes y las antiguas escrituras hebreas carecen de dichos puntos, de manera que el lector no puede saber la pronunciación de cada nombre por sí mismo, sino que necesita de alguien que lo sepa y se lo comunique... La verdadera pronunciación del Tetragrammaton es uno de los arcanos de los Misterios.

A estas cuatros letras se les adjudican todas las clasificaciones cuaternarias místicas, y por medio de sus correspondencias podemos descubrir todas sus vinculaciones posibles, cosa importantísima en Ocultismo, como veremos más tarde.

Hay cuatro divisiones cuaternarias importantísimas que encuadran en ellas, permitiéndonos ver las relaciones que tienen entre sí. Son ellas los Cuatro Mundos de los Cabalistas, los cuatro elementos de los Alquimistas, la Cuádruple clasificación de los signos del Zodíaco y de los Planetas en Triplicidades, como los usan los astrólogos y los cuatro juegos que forman las láminas del Tarot que se emplean en la adivinación. Estas clasificaciones cuaternarias se parece a la Piedra Roseta que dió la clave de los jeroglíficos egipcios, porque en ella había inscripciones en Egipcio y Griego, y como esta lengua era ya conocida, fué posible descubrir el significado de los correspondientes jeroglíficos egipcios. De cómo se arreglen estos juegos de factores sobre el Arbol depende la clave esotérica real de cada uno de esos sistemas de Ocultismo Práctico. Sin estas claves no tienen base filosófica alguna y se convierten en meras fórmulas literarias y supersticiosas. Por este motivo el ocultista iniciado no quiere saber nada con los adivinadores no iniciados, porque como estos carecen de las claves, todos sus sistemas carecen de valor. De ahí la importancia vital del Arbol en el Ocultismo Occidental. Es nuestra base, nuestro sistema métrico, nuestra obra de texto fundamental.

Para comprender un Sephirah nos es, pues, necesario conocer primeramente sus correspondencias primarias en los Cuatro Mundos, sus correspondencias secundarias en los cuatro sistemas de ocultismo práctico mencionados más arriba y todas las correspondencias que podamos reunir, para que el testimonio de muchas pruebas o testigos nos revele la verdad. Esta reunión de correspondencias puede ser ilimitada, porque todo el Cosmos, en todos los planos, tiene infinitas correspondencias. Si somos buenos estudiantes de la Ciencia Espiritual, continuamente iremos aumentando nuestros conocimientos. No podríamos encontrar ninguna comparación mejor que la del fichero de tarjetas ya mencionado.

Sin embargo, debemos recordar nuevamente que la Cábala es tanto un sistema o método para usar la mente como un sistema de conocimiento. Si poseemos el conocimiento sin haber adquirido a la vez la técnica cabalística de la meditación, no nos servirá de gran cosa. Y en realidad deberíamos decir que no es posible adquirir gran conocimiento hasta haber dominado bien esta técnica mental, porque el Arbol de la Vida no apela a la mente consciente sino a la subconsciente, en razón de que el método lógico de la Cábala es el método lógico de la asociación de los sueños; pero en el caso de la Cábala el soñador es la subconsciencia racial del alma colectiva de los pueblos, el Espiritu Terrestre. El Adepto se pone en comunicación con esta Alma de la Tierra por medio de la meditación de los símbolos prescriptos. Esto es lo que constituye la verdadera importancia del Arbol de la Vida y de sus correspondencias.

El más elevado de los Cuatro Mundos, Atziluth, el plano de la Divinidad Pura, es lo que llaman los cabalistas el Mundo Arquetípico. En la traducción un tanto nebulosa de MacMathers, se lo denomina también "el Mundo Intelectual". Pero esta denominación desorienta. Sería intelectual sólo en la forma en que ordinariamente entendemos este término, como relativo a la mente, intelecto racional, en lo que respecta al reino de las ideas arquetípicas. Pero estas ideas son completamente abstractas, y sólo puede concebirlas cierta función de la conciencia que está absolutamente fuera del alcance de la mente actual tal como la conocemos. Por lo tanto, llamar a este plano: “el Mundo Intelectual” es desorientar por completo al lector, salvo que, simultáneamente, aclaremos que por intelectual queremos decir algo completamente distinto de lo que dice el diccionario, lo cual es una manera muy pobre de expresar nuestras ideas. Es mucho mejor conformar un nuevo término con un significado preciso y definido, antes que usar uno antiguo que tenga un sentido confuso, como sucede especialmente en el caso de Atziluth. Para éste tenemos un término excelente y ya conocido: Arquetipo, que describe exactamente este mundo.

Los cabalistas dicen que el Mundo de Atziluth está bajo la presidencia del Hod, el Nombre Sagrado del Tetragrammaton. De esto podemos deducir en seguida que, cualquier cosa que en otro sistema cuaternario se diga que está bajo la presidencia del Yod, se referirá indudablemente al Mundo de Atziluth o aspecto puramente espiritual de esa fuerza o substancia. Entre otras asociaciones de las indicadas por distintas autoridades en la materia están los "bastos" del juego de Tarots, que corresponden al elemento Fuego. Para todo aquel que tenga ya algún conocimiento de la Ciencia Espiritual resultará evidente que en cuanto a un elemento se le atribuye un símbolo cualquiera nos es dable gracias a él descubrir cosas que de otra manera nos quedarían ocultas porque nos abre todas las ramificaciones de la Astrología, y, entonces, podemos descubrir sus afinidades astrológicas merced a las triplicidades del Zodíaco y las de los Planetas con aquéllas. Tan pronto como conocemos que asociaciones Zodiacales y Planetarias existen, nos encontramos en situación de explotar el simbolismo correlacionado de cualquier panteón, teniendo en cuenta que todos los Dioses y Diosas de cualquier sistema que la mente humana haya inventado, tienen asociaciones astrológicas. La historias de sus aventuras no son más que parábolas de la operación de las fuerzas cósmicas. A través de toda esa maraña de simbolismo no podríamos encontrar el camino sin auxilio alguno; pero, si podemos asir el extremo de cada cadena de correspondencias a su respectivo Sephirah, entonces tenemos ya la clave que necesitamos. Todos los sistemas de pensamiento esotérico, así como también todas las teologías populares, atribuyen la construcción y presidencia de las diferentes partes del Universo manifestado a la intervención de seres inteligentes y determinados, que trabajan bajo la dirección de la Divinidad. El pensamiento moderno ha tratado de escapar a las implicaciones de este concepto reduciendo la manifestación a una cuestión puramente mecánica. Pero no ha logrado su propósito y ya hay señales bien claras de que no pasará mucho tiempo antes de que se vea forzado a reconocer que la mente es lo que se encuentra en la raíz de toda forma.

Los conceptos de la sabiduría antigua pueden parecer crudos desde el punto de vista de la filosofía moderna; de cualquier manera nos vemos obligados a admitir que las fuerzas causales que hay detrás de toda manifestación son de naturaleza más similar a la mente que a la materia. Dar un paso más allá y personificar a los diferentes tipos de fuerza es una analogía legítima, siempre que nos demos cuenta de que la entidad, que es el alma de esa fuerza, puede ser tan diferente en clase y grado de nuestra propia mente, como nuestros cuerpos son distintos en clase y grado a los cuerpos de los planetas. Estaremos más cerca de una comprensión adecuada de la Naturaleza si tratamos de descubrir la inteligencia que se oculta tras ella, al empeñarnos en rechazar que el Universo visible tiene una estructura invisible: el éter de que hablan los físicos tiene más parecido con la inteligencia que con la materia. El tiempo y el espacio. tal como lo entienden los filósofos modernos, se parece más a modos de conciencia que a medidas lineales.

Los iniciados de la Antigua Sabiduría no fosilizaron su filosofía. Tomaron cada factor de la Naturaleza y lo personificaron, le dieron un nombre y formaron una figura simbólica para representarlo, de la misma manera que los artistas ingleses con su esfuerzo colectivo produjeron el escudo o insignia de Gran Bretaña, una Figura Femenina con un escudo y la bandera de la Unión, un León a sus pies, el Tridente en sus manos, un casco en la cabeza y el Mar en el fondo. Si analizáramos esta figura como lo haríamos con un símbolo cabalístico, comprenderíamos que cada símbolo individual que integra el jeroglífico compuesto, tiene un significado particular. Las diversas cruces que forman la bandera de la Unión se refieren a las cuatro razas que forman el Reino Unido. El casco es el de Minerva, el Tridente el de Neptuno, el León exigiría todo un capítulo para explicar su simbolismo. En realidad, un jeroglífico oculto se parece más a un escudo de armas que a cualquier otra cosa, porque en heráldica cada símbolo tiene un significado preciso, los cuales se combinan en el escudo de armas que representa la familia y la filiación del hombre que lo lleva, indicándonos su posición en la vida. Una figura mágica es como el escudo de armas de la potencia que representa.

Estas figuras mágicas se forman para representar los distintos modos de manifestación de la Fuerza Cósmica en sus diferentes tipos y diversos niveles. Se les dan ciertos nombres y el iniciado piensa en ellas como persona, sin preocuparse de sus fundamentos metafísicos. Por consiguiente, para todo propósito práctico son personas, sean lo que fuere realmente; han sido personificadas y se han construído formas mentales para representarlas en el Mundo Astral. Estas formas, cargadas de energía son de la naturaleza de los elementos artificiales, pero como la energía, de que están cargados es Cósmica, son muchísimos más de lo que ordinariamente entendemos por elementos artificiales, por cuyo motivo las asignamos al Reino Angélico y las llamamos Angeles o Arcángeles, según sea su grado. Por lo tanto, un ser Angélico puede definirse como una Fuerza Cósmica, cuyo vehículo aparente de manifestación para la conciencia psíquica es una forma construída por la imaginación humana. En Ocultismo práctico, estas formas se construyen con infinito cuidado y se presta la mayor atención a todos los detalles del símbolo, empleándose luego para evocar la Fuerza requerida. Todo el que tiene experiencia acerca de su uso, sabe perfectamente que son extraordinariamente efectivas para los propósitos a que están destinadas. Manteniendo la imagen mágica en la mente y haciendo vibrar el nombre tradicional que se le ha asignado, se obtienen resultados notables.

Como ya hemos indicado, es necesario emplear la técnica mental de los cabalistas para sacar algún sentido de la Cábala. La formulación de la imagen y la vibración del nombre correspondiente tiene por objeto poner al estudiante en contacto con las potencias que se encuentran en cada Esfera del Arbol, y cuando se logra ese contacto con las potencias que se encuentran en cada Esfera del Arbol, la conciencia del estudiante es iluminada y toda su naturaleza vitalizada por la Fuerza con que se ha puesto en contacto, obteniendo de esta manera una iluminación notable en la sola contemplación de los símbolos. Estas iluminasiones no constituyen una inundacion general de luz, como en el caso de los misticos Cristianos, sino una energización e iluminación de acuerdo con la naturaleza de la esfera que haya abierto. Hod, por ejemplo, da el entendimiento de las ciencias; Yesed, por su parte, concede el de las fuerzas vitales y la operacion de las mareas.

Cuando nos ponemos en contacto con Hod, nos sentimos llenos de entusiasmo y energia para la investigacion , mientras cuando nos ponemos en contacto con Yesed penetramos profundamente en la conciencia psíquica y tocamos las ocultas Fuerzas vitales de la Tierra y de nuestra propia naturaleza. Pero se trata en ambos casos de experiencias vivientes, y los que saben cómo usar el sistema, conocen, desde luego, el resultado que les da.

Si queremos estudiar un Sephirah, o, en otras palabras, si queremos investigar el aspecto de la Naturaleza a que él se refiere, no solamente tenemos que estudiarlo intelectualmente y meditar sobre él, sino que hemos de tratar de ponernos en contacto psíquico e intuitivo con la influencia de su Esfera. Para ello debemos empezar por arriba y tratar de ponernos en contacto espiritual con el aspecto de la Divinidad que emanó esa Esfera y todo lo que se manifiesta en ella. Si así lo hacemos, las fuerzas pertenecientes a dicha Esfera en los niveles elementales pueden desbocarse y causarnos terribles dificultades. Pero si partimos del Nombre Divino mismo, ningún mal puede acontecernos.

Habiendo adorado al Creador y Sustentador de Todo bajo el amparo de Su Santo Nombre en la esfera que estamos investigando, invocamos en seguida al Arcángel de la Esfera, ese poderoso ser espiritual en quien personificamos las fuerzas que construyen ese nivel de la Evolución y que continúan operando en esa Esfera de la Naturaleza. Pedimos entonces la bendición, suplicando que haga que las Huestes Angélicas de la misma Esfera nos ayuden y auxilien en el Reino de la Naturaleza en que operan. Cuando hayamos llegado hasta ahí ya deberemos encontrarnos perfectamente "sintonizados" con la nota clave de la Esfera que estemos investigando y estar pronto para seguir las ramificaciones de correspondencias entre ese Sephirah y sus símbolos semejantes.

Si procedemos en esta forma encontraremos que las cadenas de asociaciones son muchísimos más ricas en simbolismo que lo que jamás hubiéramos creído posible, y es porque la mente subconsciente se nos ha despertado y una de sus cámaras se abre completamente a nuestro conocimiento, con exclusión de todas las demás. Las cadenas de asociaciones que surgen en la conciencia deben, pues, estar libres de toda mezcla de ideas extrañas.

Primero revisamos mentalmente todos los símbolos que podemos recordar, y conforme se van presentado en nuestra conciencia tratamos de ver su importancia y su papel en los secretos de la Esfera que estamos investigando.

Pero no debemos hacer ningún esfuerzo violento, porque si nos concretamos sobre un símbolo y lo forzamos, por así decirlo, cerramos las mallas del tenuísimo velo que cubre la mente subconsciente. En estas investigaciones, que, desde cierto punto de vista, parcialmente son meditaciones, parcialmente ensueños, tenemos que trabajar en la frontera que separa lo consciente de lo subconsciente, como para inducir a lo subconsciente a cruzar el umbral y entrar en nuestro radio de visión.

Procediendo así, siguiendo las ramificaciones de las concatenaciones, encontraremos que algo parecido a un comentario fluyente de la intuición va acompañando todo el proceso, y una vez que la experiencia ha sido repetida dos o tres veces, sentiremos que conocemos a ese Sephirah en una forma tan íntima al punto de sentirnos allí como en nuestro propio hogar, aunque ese sentimiento sea por completo distinto del experimentado en los demás Sephiroth.

También descubriremos que unos Sephiroth nos son más afines que otros y que obtenemos mejores resultados trabajando con aquéllos, pues en los que no nos son afines las cadenas de asociaciones se rompen a cada rato y las puertas de la subconsciencia rehusan abrirse por más que a ellas llamemos. Uno de nuestros discípulos podía realizar excelentes meditaciones sobre Binah, Saturno y Tiphareth, el Redentor, pero no podía, a pesar de sus esfuerzos, hacerlas con Geburah, Severidad y Marte.

Nunca olvidaremos nuestra primera experiencia cuando pusimos en práctica este sistema. Estábamos trabajando en el trigésimo segundo Sendero, el Sendero de Saturno, uniendo a Malkuth con Yesod, que es un Sendero muy difícil y traicionero. En nuestro horóscopo Saturno no está bien aspectado y hemos sentido muy a menudo su antagonismo en nuestras empresas. Pero una vez que tuvimos éxito en recorrer el Sendero de Saturno y llegamos a hundirnos en la obscuridad azul de lo Invisible, hasta que la Luna de Yesod surgió en el horizonte coloreado de púrpura y de plata, sentimos que habíamos recibido la iniciación de Saturno y que éste ya no era nuestro enemigo, sino un verdadero amigo que, cándido y austero a la vez, nos protegería contra todo error y todo juicio prematuro. Y entonces comprendimos en forma viviente que sus funciones no eran las de un vengador, ni las de un antagonista, sino las del que nos pone a prueba.

Entonces lo experimentamos como el Tiempo con su Guadaña, pero supimos también por qué era llamado en Hebrero Shabbthai, Descanso, "porque él se lo da a sus amadas ovejas". Después de esa experiencia el trigésimo segundo Sendero quedó abierto para nosotros, no solamente en el Arbol de la Vida, sino en la Vida, porque las fuerzas y los problemas simbolizados en ese Sendero y sus correspondencia quedaron armonizados en nuestra alma. Estos dos ejemplos demuestran que las meditaciones sobre el Arbol forman el sistema más práctico y exacto de desenvolvimiento, especialmente valioso porque es equilibrado, ya que los diferentes aspectos de manifestación están bien destacados y se los van tratando por turno, sin olvidar absolutamente nada. Una vez que hayamos recorrido todos los senderos del Arbol habremos aprendido las lecciones de la Muerte y del Demonio, así como las del Angel y del Sumo Sacerdote.

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