CAPÍTULO DÉCIMOQUINTO

La secreción interna y la percepción olfativa

Todo el mundo sabe hoy día que las glándulas de secreción interna influyen en el crecimiento y desarrollo, en la formación y deformación, en la salud y enfermedades de nuestro cuerpo. Apenas se descubrió ese misterio de las glándulas, cuando ya entró la terapéutica materialista y se hicieron preparados de glándulas animales para recetar a los pacientes. Y, efectivamente, algunos tuvieron una maravillosa actuación. Recordemos la “tyroidina”, producto de la glándula tiroides; la “adrenalina”, de las cápsulas suprarrenales; la “pituitrina”, de la glándula pineal, y la “insulina”, tan empleada en la diabetes.

Así como ya lo manifesté, la química moderna extrajo esas substancias y el éxito fue atronante; sin embargo, le falta mucho para llegar a hacer lo que fabrica la naturaleza.

Por otro lado, perdura el eterno error en nuestra fe en la alta potencia de los preparados materiales, en vez de prepararlos y administrarlos en forma de gas.

Lo interesante fue que se probó un abono de plantas con “hormonoides” sexuales femeninos, y con ellos se obtuvo un magnífico crecimiento de los vegetales. Sabemos que muchas de las hormonas sexuales provienen de las plantas y las provenientes de animales poseen un olor especial, y así se sabe que cierto olor vegetal tiene relación con la. sexualidad. Así se explica, que ciertos insectos vayan a determinadas plantas a libar atraídos por un olor peculiar. ¿Quién no conoce la influencia de la hierba valeriana sobre los gatos? Cuando muchachos, en la escuela, nos divertíamos con el siguiente experimento: poníamos raíz de valeriana en un saco y orinábamos encima. Luego lo dejábamos en el jardín y nos poníamos al acecho; al poco rato empezaban a acercarse todos los gatos de la vecindad, a veces hasta veinte y treinta gatos. Esto se explica porque la hierba valeriana así preparada desprende un olor igual al de la gata.

Esa atracción sexual con base química se llama Quimiotaxia, siendo, sin embargo, el fenómeno en su intimidad cosa de secreciones internas y emanación de rayos.

Las porciones que en la Quimiotaxia actúan como substancias químicas son increíblemente mínimas. Bruno Wílle dice en un artículo “Fisiología estimulante de Eros”, que no solamente las atracciones sexuales, sino también las sociales entre los individuos de una especie que vive en sociedad, se roza ligeramente con la Quimiotaxia y tiene así raíz con el erotismo propio de cada caso.

Cuando un perro levanta su pata para hacer sus necesidades junto a un árbol, lo hace siempre después de haber olido el árbol (pared, columna, etc.), percibe con su olfato la orina que dejó antes otro perro y ese olor le provoca ganas de orinar.

Wasmann recalca repetidas veces el importante papel que desempeña en las investigaciones sobre las hormigas el olor del nido (hormiguero), tanto que, por ejemplo, al transportar hormigas a sus huéspedes de una casa a otra se exige una cuarentena, por algunos días los insectos que se van a transportar, pues de otro modo el olor extraño suscita un tratamiento hostil al nuevo huésped. Además, Wassmann probó que el apego de las hormigas a ciertos escarabajos proviene de la Quimiotaxia, pues las hormigas se deleitan igualmente con una especie segregada por aquellos coleópteros.

De este modo, cualquiera puede presentarse a un hormiguero y devastarlo excitando a las hormigas a matarse unas con otras. Este es un problema vital en el Brasil donde la plaga de las hormigas ocasiona daños que llegan á millones y millones de dólares. Es tan grave aquello que hay un dicho entre los brasileños que dice: “O el Brasil acaba con las hormigas o las hormigas acaban con él”. Cuando en aquella gran República quise experimentar mí sistema con las hormigas, ya que el gobierno ha gastado millones inútilmente, me encontré con dificultades, pues sí no hubiese sido por un periodista estúpido y dos médicos charlatanes que me atacaron habría quizás adelantado en la resolución de ese problema, pero hay gentes que tienen la manía de combatir todo noble empeño. De todas maneras, advierto a los químicos brasíleros que mi camino es el único seguro.

Idénticas propiedades odoríferas debida a las secreciones internas, deben tener los microorganis¬mos, los bacilos, por ejemplo, y está probado que ciertos vapores tienen acción bactericida.

En las inhalaciones usamos substancias fragantes, sólidas. Todos los médicos emplean preparados para ese fin; sin embargo, casi no se reconocía el valor real de este sistema.

Los médicos ya han empleado algunas de las clases de vapores. Por ejemplo, al final de la menopausia (cese de la menstruación), en la edad crítica en que muchas mujeres sufren de hemorragias, las cuales cesan con vapores de manzanilla.

Con extracto de apio se acelera la menstruación tardía. Existe una gran variedad de preparados de “apio” que se recetan en extractos y píldoras. En Alemania venden una sal inmejorable a base de apio. Entretanto, la experiencia nuestra nos ha probado que las aspiraciones de preparados a base de apio son inmejorables en las perturbaciones menstruales.

¿Cómo puede explicarse esa influencia? Con el descubrimiento de la plasmogenia se sabe que el tejido celular tiene en cada organismo una forma celular característica. Ya lo hemos hecho ver anteriormente al hablar de las ondas mítogenéticas, pero no debemos olvidar al francés Lakhovsky, quien prueba en sus estudios que conforme sea la especie y forma de las células emiten emanaciones ondulatorias. Sería posible que toda la patología pudiera obtener nuevas luces con la teoría emanísta de Lakhovsky y la terapéutica con nuestras ondulaciones osmóticas.

Ya hemos hablado de Gurwitsch, el descubridor de los rayos mítogenéticos o de crecimiento; esos rayos, como hemos visto, activan la división celular. El médico Wassiljew y el doctor Frank sacaron cuidadosamente el nervio olfativo de un pez y lo colocaron cerca de un cultivo de levadura. Descubrieron entonces que hasta ese nervio, preparado, emitía rayos y en 20 minutos el número de las células alcanzaba el doble. Las contrapruebas confirmaron que en las proximidades no había ningún otro emisor, sino únicamente ese nervio como fuente de tales rayos misteriosos. Posteriormente, búsquedas del mencionado sabio revelan definitiva¬mente la existencia de esos rayos nerviosos y además que ellos, con una pequeña excitación, provocan extraordinarios cambios en nuestro sistema nervioso fluido, es decir, en nuestras glándulas internas.

Y aún más, cuando los nervios son excesivamente sensibles, esa sensibilidad es mucho mayor en las glándulas internas, bastando una pequeñísima porción coloidal para obtener una acción estupenda.

No podemos dejar de mencionar al hablar de los perfumes y su acción, una noción de los tiempos más recientes referente a la cuestión de la varilla “mágica”, que en manos de determinados individuos denominados zahoríes sirven para descubrir aguas subterráneas, filones de metal, etc. En España hubo no hace muchos años un congreso científico, en el que tomaron parte médicos eminentes y sacerdotes, para investigar las cualidades de los zahoríes.

La sensación del olor no es otra cosa que la percepción de rayos y ondas por antenas existentes en cierta zona de nuestra pituitaria, las que se afinan por una completa octava de frecuencia ondulatoria, conocida en radiología. Una experiencia con los rayos terrestres que manejan los zahoríes nos demuestra la consecuencia que se puede sacar de esto para una terapéutica radiológica como es, principalmente, la nuestra.

Por más discutido que pueda ser este capítulo, y sobre todo la cuestión del más o menos engañoso aparato de “desradiación”, nadie puede negar que existen “fajas excitantes” productoras de enfermedades o agravadoras de síntomas. En tales rayos nadie puede dormir y en numerosos casos de insomnio la varita del zahorí ha indicado que la cama del paciente se hallaba dentro de un radio excitante.

La sensibilidad de muchas personas en tales zonas de rayos perjudiciales terrestres, llega al punto de acarrearles completa neurastenia que les ocasiona, a veces, la muerte, sí no se retira a tiempo el lecho de la zona excitante.

No parece del todo comprobado, pero si probable, que existan “casas cancerantes”, es decir, habitaciones que, por virtud de fuertes zonas de rayos terrestres, predisponen al cáncer.

Como ya se ha dicho esas zonas excitantes se revelan al observador por la reacción de la varilla del zahorí. Ahora bien, el que posee una propiedad o vive mucho tiempo en una casa que le es doloroso de dejar, tiene en ciertos perfumes o, mejor dicho, sahumerios, algo que neutraliza por mucho tiempo, y si se repite la operación para siempre, esos rayos.

Judt, al cual le debemos valiosísimas observaciones en este sentido, mojaba una toalla en cierta solución ácida, cubría con ello una parte de la zona excitante, lo que fue suficiente para que cesara al momento toda especie de tope de la varilla y eso mientras se percibía el más leve olor del ácido.

Vemos aquí como un verdadero flagelo de la humanidad que ha de irse conociendo poco a poco, es compatible con éxito con una simple acción de olor. Fíjense bien, no ofrecemos un perfume para curar el cáncer, eso sería una charlatanería punible, pero aconsejamos a todos los dueños de casas donde hayan muerto cancerosos, hagan fumigaciones de Osmoterapía por si acaso, por si se tratara de una “casa cancerosa” que puede ser, aunque no afirmamos que siempre sea.

El mismo Judt prueba que la forma de nuestros órganos tiene relación con el problema de la raza. De su libro “Depuración de la Raza” extraigo lo siguiente: “Se sabe que los llamados pueblos primitivos (¿por qué primitivos?), es decir, los troncos que quedan de indios puros y negros, están dotados de órganos sensitivos agudísimos. Logran ver, a simple vista, más lejos y con más precisión que nosotros con anteojos. Su oído es sensible, pero magnífico es el olfato, pues a mucha distancia huelen al enemigo.

Hace algunos años. viajando por países tropicales pude hacer, por lo demás casualmente, una observación del más alto interés. Un sabio europeo residente en el Asia me mostró orgulloso su laboratorio físico, especialmente sus instrumentos de procedencia alemana, haciendo lisonjeros elogios a la habilidad de mis patricios. Entre los instrumentos había aparatos de Zeiss, para análisis espectral; y para complacerme, nuestro profesor me mostró el espectro solar proyectado en un papel, protegido con un dibujo blanco. Satisfaciendo  un  deseo espontáneamente surgido, pedí  al  sabio que me marcase con lápiz las zonas espectrales. Comprobé que estaban exactísimas las zonas de fajas coloridas vistas por mí. El ayudante de mi anfitrión, eurásico, auro-indú, mestizo, intervino y dijo admirado:

“Pero, señores, debe haber un error”, y marcó, a su vez, la zona espectral, mucho más adentro que nuestras marcas. Ese mestizo fino, de 50 por 50 (fifty to fifty) , que yo podría considerar fina sangre, vio así un espectro menor que el que mi anfitrión y yo habíamos visto. Para completar ese cuadro desconcertante mandé llamar a un muchacho, de purísima sangre, de la bella raza malaya, le puse un lápiz en la mano y le hice marcar la zona espectral que él viera. Él señaló una zona espectral muchísimo mayor que la que habíamos visto mí amigo europeo y yo.

Hasta aquí, Judt. Su librito, altamente interesante y digno de ser leído, hace, fuera de ésta, una serie de averiguaciones interesantes, relativas a nuestro problema. Verifica, entre otras, que un individuo de pura sangre, aun cuando pertenezca a una raza inferior, oye ocho octavas completas del “sol” con dos líneas (frecuencia 96, 825), al “sol” con cinco líneas (frecuencia 24, 787, 200), en tanto que la media de los europeos mestizos alcanza muchísimo menos de la zona auditiva grave y sobre todo del alta, que los de pura sangre.

La vista del pura sangre es más aguda y extensa que la nuestra; su paladar los pone en guardia más positiva y cautelosa contra las substancias venenosas y evita, como algo insoportable, el mal olor de las exhalaciones de los fuertemente mestizos, exhalaciones que casi nada o bien poco nos incomodan; en suma, los pura sangre disponen de sentidos mucho más finos que los mestizos.

Entretanto, nuestro olfato es tan sensible que puede percibir, por ejemplo, 0,0000005 gramos de almizcle artificial. Un millonésimo de gramo sería 0,00001 gramos. La raíz del almizcle proviene de una planta llamada “sambul”, originaría de la India Oriental. Se da también en Rusia y quizás cultivándola sería posible más acá.

Un perfumista francés de nombre Piesse, consiguió hacer un paralelo entre el olfato y los órganos del gusto y audición.

En música, conocemos armonías y disonancias, hay tonos que a uno agradan y a otros no. Lo mismo sucede con los perfumes, que se pueden combinar según el sistema de Piesse.

Partiendo de la escala de Piesse se pueden formar mezclas que armonicen, esto es, acordes, más o menos comparables a los musicales, por ejemplo:

 Incienso a la osmoterapia Figura 03

La ciencia ha comprobado que son las hormonas, es decir, las secreciones internas, las que permiten a los gatos mirar en la oscuridad, de esas hormonas tienen los seres humanos 0,2 unidades; las gallinas 0,05, y los gatos 3 unidades enteras.

Basándonos en las observaciones anteriores hemos experimentado con nuestras esencias y logramos un aumento de la vista con buen resultado.

Incienso a la osmoterapia Figura 04

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