TU SERENIDAD

      Aplaca el tumulto de tu propio ruido.

      Acalla esas voces interiores que te asedian, los gritos que te conmueven y sé sereno…

      Sé sereno, y escucharás la voz inaudita, el eco síntesis de todas tus voces, la nota singular que te caracteriza y estarás apto para aplicar tu oído al vasto pecho de la Tierra y escuchar los cien mil latidos de sus cien mil corazones minúsculos…

      Singularizarás la vida múltiple. Llevarás a la unidad millones y millones de sumandos y terminarás por reconocer UNA SOLA VOZ entre todas tus voces…

      Es preciso que tus sentidos se vayan afinando, se vayan sutilizando como los del Artista, para que comiences a ver hacia adentro…

      Tienes que reconocer que todas las cosas llevan una fisonomía especial y una vida poderosísima. Que todo tiene un matiz único y un alcance energético. Que todo Es como Es y no como nuestra mediocridad sentimental lo percibe.

      Para hablar del cielo, del mar, de la montaña, es preciso analizar sus infinitas estructuras maravillosas y el milagroso enredo de sus secretos ritmos.

      Para citarlos, tan sólo, como simples aglomeraciones de materia o equilibrios de fuerza, vale más no hablar del cielo, del mar, de la montaña.

      Para auscultar estos latidos minúsculos del Universo, como sus íntimas pulsaciones, necesitamos un nuevo sentido y un nuevo prisma.

      Los que nos legaron, sólo sirven para distinguir las grandes líneas, los marcados relieves…

      Si pretendes que este sentido se sutilice. Si quieres que este prisma se concrete, que la Rosa florezca, sé cauto y en el silencio de tu propio espíritu, acude a tu propia serenidad…