Los Doce Dioses del Olimpo

Concilio de los Dioses en el Olimpo. Rafael Sanzio. 1513-14

Hablar de los dioses griegos no es hablar de creencias o mitos infundados, sino de realidades intangibles para los corrompidos sentidos humanos; pero que existen ya como fuerzas de la naturaleza, como partes espirituales del ser humano o como verdaderos maestros espirituales.

La mitología no debemos leerla como letra muerta, sino ver el espíritu que vivifica. Por tanto, no pueden interpretarse los mitos literalmente y a cada divinidad griega debemos buscarla en las profundidades de nuestro sí mismo, en el universo interior, quien no las encuentra en sí mismo, no las hallará en ninguna otra parte.

De la misma forma en que es incongruente pensar en el rey Salomón con varias esposas y concubinas, también lo es pensar en Zeus con muchas aventuras amorosas; debemos tener la capacidad de ver más allá, de ver el símbolo que envuelve una idea, una actitud, una fuerza espiritual.

Que hemos perdido el rumbo espiritual, eso es muy obvio; que solemos proyectar nuestra miseria interior en las enseñanzas más sagradas, eso es clara demostración de la involución en que estamos. En consecuencia, es momento de dejar a un lado esa forma caduca del pensamiento y tener la osadía de ver en la mitología una enseñanza de tipo superior y, sobre todo, de aprender a aplicarla en nuestra vida, para hacer de ella algo mejor.

El mundo está constituido por tres grandes regiones, dos de ellas completamente desconocidas para la ciencia moderna: La región tridimensional en donde habitamos los seres humanos, la región supra dimensional habitada por seres que han disuelto sus miles de defectos y la zona infra dimensional donde vamos si fracasamos en las 108 oportunidades que nos asignan para nuestra auto realización íntima del ser.

El Olimpo entre los griegos, es el simbolismo de las regiones superiores de la naturaleza, los mismos cielos de las distintas religiones, el Tlalocan de los aztecas o el nirvana de la India, allí es donde habitan los dioses o seres iluminados, que han terminado con toda la posibilidad de delinquir, región de los ángeles (hablando en lenguaje cristiano).

Que sean doce los dioses principales del Olimpo, no es ninguna idea creada al azar; pues, doce son los apóstoles de Jesús, doce las tribus de Israel, doce los signos zodiacales, doce las piedras de la ciudad santa. Precisamente, que sean doce los dioses principales, nos indican que quieren destacar doce potestades, poderes o fuerzas, que existen dentro de nosotros.

Reunión de los Dioses en el Olimpo. Rubens. 1636-38

Veamos cada una de esas divinidades:

Zeus (Júpiter): El dios del cielo y del trueno, padre de todos los dioses, es la representación clara del Padre que está en Secreto, del bendito anciano de los días, del Real Ser interior que cada uno tiene. Sus símbolos con los que se le asocia nos indican cualidades, atributos del Padre, como el rayo que nos indica que está más allá de la ley; la balanza es atributo claro del padre pues es la misericordia; el águila es símbolo de máxima espiritualidad; el roble de la fortaleza y el cetro de mando. Él tiene la infinita sabiduría para guiarnos en todos los aspectos de nuestra existencia.

Hera (Juno): Diosa del matrimonio y la familia, perfecto símbolo del eterno principio femenino divinal, emblema de la Madre Divina, que cada ser humano tiene. Los tres Logos le entregan sus atributos, el Padre le da la sabiduría (la corona con que se le asocia), el hijo le da el amor (el granado, pues la magia elemental del granado es el amor) y el Espíritu Santo le da el Poder (el león con quien también se le relaciona). La vaca tanto en Grecia como en la India es un símbolo sagrado de la Madre, pues ella es la sabiduría oculta, la leche de la cual nos podemos y debemos de alimentar.

Poseidón (Neptuno): La divinidad regente de los mares, internamente nos simboliza la necesidad de saber gobernar nuestras aguas internas, el urgente trabajo que debe realizarse transmutando las aguas puras de la vida, esto significa dominar nuestras tempestades pasionales. Externamente, nos habla de las fuerzas inteligentes que gobiernan las aguas, los devas elementales de la milenaria India, al estilo de un Varuna o un Tláloc mexicano. Uno de sus símbolos más representativos, de Neptuno, es el tridente, emblema del dominio de la mente y de las tres fuerzas primarias de la creación. Es importante recordar que en la antigua Atlántida un maestro con este nombre estuvo orientando y enseñando la sabiduría del Ser.

Dionisio (Baco): Dios del vino, las celebraciones y el éxtasis. No debemos irnos con nuestra mente a pensar en el vino de emborracharse, más bien se refiere a una embriaguez espiritual, a estados que sólo podemos experimentar en la meditación profunda y en la transmutación de nuestras energías creadoras, es por ello que Dionisio es un mantram que sirve para esto. Es lógico pensar que se relacione con los procesos de transmutación de las energías, ya que es muy similar la destilación del vino y lo que ocurre en nuestro interior al transmutar nuestras energías. Es por ello muy interesante señalar que la vibración de esta Era de Acuario se llame dionisiaca.

Apolo (Febo): Dios del Sol, la luz, la música, el conocimiento, la poesía y la profecía. Se trata de un maestro relacionado con el elemento fuego, al estilo de Huehueteotl azteca o Agni de la India, el maestro Samael Aun Weor nos dice: «En Grecia, el gran elemental ígneo conocido con el nombre de “Apolo”, iluminó ésta y muchas otras naciones a través de sus oráculos, pronunciados por boca de las pitonisas de “Delfos”», se trata de un iniciado, un maestro.

Artemisa (Diana): Diosa de la caza, uno de sus símbolos es la luna, el cual nuevamente nos lleva al principio eterno femenino, pero al relacionarse con la caza se relaciona en su aspecto de ser la única capaz de desintegrar los elementos psicológicos indeseables, que previamente hayamos comprendido. Es la enseñanza de la didáctica para la muerte de nuestros defectos psicológicos.

Hermes (Mercurio): El mensajero de los dioses; por un lado, simboliza todo lo que representa el planeta que lleva su nombre, es decir: la sabiduría, la razón, la medicina, y por otro lado nos representa el metal que también lleva su nombre, siendo en la alquimia el símbolo del mercurio filosófico. Por tal motivo, es que se le representaba con los perros cuidadores del ganado celeste. Se le llama el nuncio o lobo del Sol, indicando que trabajando con el mercurio filosófico nos acercamos al Padre interior o Sol. Dante, en su Divina Comedia, lo coloca llamando con su caduceo a las almas que todavía no cumplen su ciclo de 108 existencias para reingresar a un nuevo cuerpo.

Atenea (Minerva): Diosa de la sabiduría. Existe una maestra que realmente recibe este nombre y está especializada en la sabiduría, en los mundos superiores de conciencia puede limpiar al estudiante gnóstico que así lo pida, de microorganismos ultrasensibles que se adhieren a sus cuerpos vital y astral, los cuales causan enfermedades. Pero, también, es una parte de nuestro propio Ser, que tiene la misión de darnos sabiduría, basta invocarla en meditación y ella nos asistirá siempre.

Ares (Marte): Dios de la guerra, igual que en México el Dios Huitzilopochtli (Colibrí Zurdo). Nos muestra la sabiduría del arte de la guerra contra sí mismos, enseñanza sabiamente transmitida en todos los pueblos del mundo en sus épocas de oro. La guerra es contra las pasiones humanas, contra la ira, la lujuria, el orgullo, la pereza, la gula, etc., Marte es la voluntad dirigida correctamente hacia el trabajo interior.

Afrodita (Venus): Diosa del amor. Nos representa muchas cosas a la vez: por un lado, es la misma Madre Divina en su aspecto de amor; pero también es la mujer como símbolo de la esposa, digna de toda veneración por todos aquellos candidatos varones a la iniciación que anhelen el adeptado. Es por ello, que Marte baja al inframundo para retemplar su espada y así conquistar el corazón de Venus.

Hefestos (Vulcano): El herrero de los dioses; dios del fuego y la forja. Nos representa el trabajo con el fuego sagrado, que no debe buscarse fuera de sí mismos, sino dentro. Corresponde tal fuego al azufre de los alquimistas medievales. Es por ello que se habla mucho en la gnosis de aprender a trabajar en la Fragua encendida de Vulcano. Pues, en esta fragua se podrían hacer las armaduras de los dioses o cuerpos solares, ya que los que tenemos ahora, son de naturaleza lunar o fría, vehículo del ego y el tenerlos de tipo solar, es en donde el Ser puede manifestarse. Tenía cíclopes ayudantes, por eso, es que también al trabajo con el fuego sagrado se le denomina: “La Forja de los Cíclopes”, siendo estos las partes de nuestro Ser que intervienen en dicho trabajo alquimista.

Deméter (Ceres): Diosa de la fertilidad, la agricultura, la naturaleza y las estaciones del año. Los griegos iniciados, sabían que el hijo ingrato, el que se olvida de su Madre Divina, se extravía y cae en el error; es por ello que tiene tantas alusiones en el panteón griego. Ahora, es la clara enseñanza de Dios Madre, en su aspecto de la Madre Naturaleza, la que nos da pan, abrigo y refugio, la que nos entrega plantas para curarnos, la artífice de nuestro mismo cuerpo físico.

Todo esto, nos invita a reflexionar, que el culto a los dioses en el pasado, lejos de ser una mera idolatría, era realmente un vasto conocimiento de la naturaleza interior y al trabajo esotérico, en búsqueda del camino secreto para transitar a la verdad.

Jenaro Reyes y Lupita Rodríguez. Comisión de cursos por Internet

Imagen: Concilio de los Dioses en el Olimpo. Rafael Sanzio. 1513-14. Imagen 2: Reunión de los Dioses en el Olimpo. Rubens. 1636-38

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