Orfeo y Eurídice

Orpheus Leading Eurydice from the Underworld. Camille Corot. 1861.

La religión griega, con sus abundantes dioses y diosas, creó una de las más bellas y poéticas mitologías del mundo, en esta ocasión hacemos referencia a Orfeo, hijo de Apolo, Dios de la luz relacionado con el Sol y el fuego e hijo de la musa Calíope, quien tenía el poder de la elocuencia y la poesía.

Orfeo fue uno de los argonautas que viajaron en busca del Vellocino de Oro. Este anhelado tesoro, es un símbolo alquimista que representa al iniciado vestido con los cuerpos de oro. Por otra parte, nuestros cuerpos son protoplasmáticos, llamados lunares, vehículos donde habita el ego. Argos significa vigilante y argonauta es el héroe griego que sale en búsqueda del Vellocino de Oro con los ojos siempre abiertos; por tanto, es indispensable mantener un estado de alerta continua, de auto-observación, en esta travesía, lo cual implica luchas, terribles guerras contra sí mismo, ya que continuamente habrá obstáculos, tentaciones, pruebas, dudas, etc.; sin embargo, el iniciado deberá permanecer en acecho a cada momento en su trayecto, como nosotros en la vida diaria, debemos saber manejar nuestro mar interior, viviendo la sabiduría, el conocimiento adquirido; la vida es el gimnasio psicológico donde nos vamos a entrenar y adquirir el auto-conocimiento.

La liberación final es el primordial objetivo de “Los Argonautas”.

Leyenda de Orfeo y Eurídice.

Hace muchos años vivía en Tracia, Orfeo, poeta y músico dotado con un maravilloso talento, cantaba y tocaba la lira en forma tan armoniosa y perfecta que embelesaba a todos cuantos le escuchaban, se conmovían los mismos árboles y hasta las piedras; por tanto, se decía que los mismos dioses le habían regalado su lira.

Después del viaje de los argonautas, Orfeo regresó a Tracia en donde se enamoró de la ninfa Eurídice. Se amaban, eran felices y se unieron en matrimonio, pero el día de su boda una serpiente venenosa mordió en el talón a Eurídice y ella murió.

Orfeo y Eurídice. Edward John Poynter. 1862

Inmensa era la pena de Orfeo, su desgracia lo llevó a la terrible decisión de bajar a los infiernos y suplicar a Hades le devolviera a su amada esposa. Al llegar al final de un camino subterráneo, se encontró en la laguna de Estigia (la que separa el mundo de los muertos del de los vivos) donde navega la barca de Caronte. Entró a la sala donde reinaban Hades y Perséfone, el Rey se molestó con Orfeo por haber entrado sin ser llamado y Orfeo sin responder palabra, tomó su lira y expresó su dolor con conmovedores acordes y cantos, era todo tan patético que Hades se dejó convencer y permitió que Eurídice volviera a la Tierra, pero con una advertencia: Que Orfeo no volvería su cabeza hacia atrás antes de abandonar esas regiones abismales, si desobedecía, la perdería para siempre.

Grande fue la alegría de Orfeo, que decidió no mirar hacia atrás, pero antes de llegar a Tierra, se angustió porque no escuchaba ruido alguno y se volvió, ahí estaba la ninfa con Hermes, el conductor de las almas que la llevaba de regreso al mundo de los muertos.

Orfeo quedó desconsolado, pidió otra oportunidad a Hades, que le fue negada: debía volver a recapitular en lo que había sucedido.

Sin duda alguna, ésta es una de las más hermosas leyendas de los héroes griegos.

Orfeo, hijo de Apolo, es el Cristo griego con poder en el verbo, la palabra, la música, es lo que representa la lira mágica de siete cuerdas, el número siete es el número de la victoria, pero con lucha. Orfeo buscando el Vellocino de Oro, (el gran tesoro de la luz) que anhelan los alquimistas, tuvo que bajar valerosamente a los mundos infiernos, buscando en las entrañas de la Tierra a los más perversos, inhumanos, y despiadados elementos psíquicos, para después desposarse con su alma divina llamada en sánscrito: Budhi. Ella es el alma espiritual y así, de uno en uno va realizando los doce trabajos de Hércules, enfrentándose y dando muerte a los más infernales y poderosos elementos psíquicos sumergidos en las profundidades del sub-consciente e infra-consciente, con ayuda siempre de su divina Madre y su bella esposa.

Orfeo (el Cristo Cósmico), como Hércules realizó los doce trabajos.

Hércules, el Instructor del Mundo, cada vez que viene tiene que realizar lo mismo, un trabajo de pacificación completa, el cristo cósmico practica lo que predica, desde pequeño vienen las Serpientes Tenebrosas del Mal a atacarlo, la persecución de Herodes, etc.

El Cristo Cósmico no exige sino lo que él mismo práctica, es el Maestro de todos los Maestros, realiza sus trabajos de Purificación y Disolución del Yo, del Ego. (Samael Aun Weor).

Finalmente, al concluir los doce trabajos, logra el Maestro la perfección y el ascenso al Olimpo, los cielos, las dimensiones superiores, la región de los Dioses.

Nosotros, como estudiantes de la Gnosis, debemos comenzar con los defectos que son visibles y, poco a poco, ahondar en los niveles más profundos del subconsciente; además, cultivar también virtudes como la serenidad, la paciencia, la voluntad, la tenacidad, indispensables para lograr el anhelado éxito.

El ego o “mí mismo” es un conjunto de elementos inhumanos que personifican a nuestros errores, defectos, vicios, traumas, conceptos, complejos y todo tipo de males psíquicos, etc. Typhon, la Hydra de Lerna, la Medusa son la representación del Ego en sus múltiples aspectos psicológicos.

Enviado por María Guadalupe Licea Rivera. Instructora San Luis Potosí, S.L.P.

Imagen 1: Orpheus Leading Eurydice from the Underworld. Camille Corot. 1861. Imagen 2: Orfeo y Eurídice. Edward John Poynter. 1862

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