La Personalidad y los Fantasmas

El fantasma de Canterville. Oscar Wilde. Año 1887

Apreciados amigos, es hora de reflexionar un poco acerca de la realidad de la personalidad humana y de los fantasmas. Existen muchas leyendas acerca de este tema, pero más allá de los mitos, me remito a platicar algunas vivencias experimentadas por un practicante del esoterismo al cual llamaremos con el pseudónimo de Santiago, con el único propósito de aportar un poco de luz a las conciencias sedientas de conocimiento y en base a la sabiduría del Venerable Maestro Samael.

Hace algunos años en cierta casa, que hubo de rentar aquel solitario asceta, en unas dos ocasiones, vio a un fantasma subiendo las escaleras en forma apresurada por la madrugada, éste se portó de manera indiferente. Cuando le compartió al dueño de tal vivienda su experiencia, asombrado, le dijo que se trataba de su difunto padre, ya que su descripción coincidía plenamente con la del fantasma, éste había desencarnado en aquella morada hacía algún tiempo.

Años después, en otra ciudad y en otra antigua casa, resultó que ésta, estaba habitada por dos personalidades de distintas épocas, una era la de un militar de tiempos de la revolución mexicana, de aspecto agresivo y malvado, quien solía por las noches acercarse a querer ahorcar a los durmientes con sus propias manos. En cierta ocasión, estando en el mundo astral, Santiago vio la personalidad de este difunto con toda la mala intención de querer atacar, pero algo lo detuvo, entonces, aquel noble samaritano, se dio cuenta que la energía sexual transmutada en sí mismo actuaba como un escudo de protección que le impedía a aquel desencarnado acercársele. De hecho, la energía sexual transmutada irradia luz astral que asusta a los tenebrosos. Por tanto, estimados lectores, aquí podemos apreciar otro de los beneficios de la transmutación de la energía creadora.

En cuanto a la otra personalidad, que se manifestaba en esa misma casa, se trataba del fantasma de una dama, algunas amistades de Santiago la llegaron a ver en el plano físico, incluso a él mismo en cierta ocasión le tocó verla físicamente subiendo las escaleras a plena luz del sol; tenía pelo largo, curiosamente, no se le veía el rostro, vestía suéter escolar y falda a cuadros, continuamente, se escuchaban ruidos en el día o en la noche, se movían los objetos de la cocina sin causa aparente. Llegando a este punto es preciso aclarar que las personalidades o fantasmas no son peligrosas aunque sí llegan a incomodar a los vivos con su presencia.

El buen samaritano preguntando a la encargada de la casa, ésta le platicó que allí había vivido hacía unos pocos años una maestra joven de un Kínder y que había muerto por accidente. En una noche cualquiera, el inquilino vio en el mundo astral el fantasma de la difunta subiendo por las escaleras, se introdujo a la casa y se acostó a un lado de su cuerpo carnal, entonces, físicamente sintió un frío que recorrió todo su costado izquierdo, tuvo que recitar unas oraciones y de nuevo volvió a quemar sahumerios y hacer peticiones a los ángeles tras las cuales aquella personalidad también fue retirada de la casa.

La descripción de estas experiencias, que nos proporciona aquel caminante del sendero esotérico, nos remiten a la siguiente conclusión: hay fantasmas ante los cuales nuestra presencia puede ser indiferente, agradable o desagradable, dependiendo si la personalidad está acompañada de ciertos yoes del difunto.

El Maestro Samael afirma que cada uno de nosotros tiene una personalidad que nace con el tiempo y muere con el tiempo, no hay mañana para la personalidad, la personalidad se gesta de los cero a los siete años de edad y se fortalece con las experiencias de la vida, es energética, cuando la persona muere, de vez en cuando, se llega a materializar en el mundo físico y se hace visible y tangible ante nuestros propios ojos, eso es lo que llamamos apariciones o fantasmas. Las personalidades o fantasmas se manifiestan a causa del deseo y del apego. Muchas veces no sólo es la personalidad del difunto la que se llega a manifestar en algún sitio, vivienda o cementerio, también algunos de sus agregados psicológicos permanecen en determinados lugares por muchos años a causa de los apegos materiales y de que el difunto jamás trabajó para despertar la conciencia.

Hamlet y el fantasma de su padre. Autor: Fusselli, Henry. Año: 1796

Esta es la razón por la cual cuando una persona muere, parte de su ego y personalidad suele concurrir a los lugares de sus preferencias, el que fue borracho se va a la cantina, el monje o la monja se va al convento, el empleado ya difunto visita el que fuera su centro de trabajo en vida, los que fueron médicos o enfermeras suelen ir a los hospitales donde ejercieron su profesión, a seguir viendo enfermos, la difunta madre que quería entrañablemente a algún hijo, el yo del apego, junto con su personalidad, se le manifestarán a éste. Ahora bien, hay moribundos que tardan horas, días, semanas para desencarnar, sencillamente porque tienen apego a este mundo, no lo quieren dejar, temen a la muerte porque están apegados a la vida.

En otros casos, algunos moribundos tardan en desencarnar y sufren demasiado antes de dejar el cuerpo físico a causa de un ajuste de cuentas por parte de los señores de la justicia divina, para que el moribundo pague parte del karma que generó en la existencia que está por concluir.

La muerte para los jóvenes es terrible, espantosa, causa horror, temor. La muerte para un anciano, es un consuelo, un descanso, muchos ancianos cargados de muchos años dicen “ya quiero descansar” haciendo alusión a ya querer desencarnar, abandonar ese cuerpo físico viejo, estropeado por el paso del tiempo que sólo causa pesar, dolor y sufrimiento. Hay personas que recurren al suicidio en algún momento de depresión o de desesperación. El Karma de los suicidas es que van a tener que retornar a una nueva existencia y perderán su cuerpo físico, en contra de su voluntad, posiblemente cuando estén en el mejor momento de su existencia.

Los desencarnados tienen plena libertad para asistir a los lugares que quieran ir, si entran a un restaurante saludan a la gente y el sub consciente de ésta les saluda, pueden pedir comida y el dueño le servirá algún suculento platillo con materia mental, el desencarnado pagará con moneda mental. Es por este motivo que los desencarnados no se dan cuenta que ya perdieron el cuerpo físico a causa de sus proyecciones mentales, éstas les impiden darse cuenta que ya están desencarnados, la esperanza de un monje que tiene la conciencia dormida es de ir con Dios, al paraíso y su mente proyecta ángeles con alas y cree que ya está en el paraíso, la esperanza de un codicioso es seguir conservando sus riquezas y propiedades, entonces acude a donde escondió el dinero, o a las propiedades, y así sucesivamente.

Los difuntos también tienen gobierno, así como nosotros lo tenemos en el mundo físico, sólo que el gobierno de los difuntos, que están en los mundos inferiores, son los demonios, y el gobierno de los desencarnados, que están en las dimensiones superiores, son los ángeles, pero no se dan cuenta que están gobernados por ángeles o por demonios a causa de que tienen la conciencia dormida.

Las llamas, el fuego que arde en los mundos infiernos, en el sentido simbólico, representa el fuego de las bajas pasiones animales de las almas que involucionan en las regiones abismales de la naturaleza, el fuego de la fornicación, el adulterio y de la lujuria. En el sentido físico, el fuego nos viene a recordar a la lava de los volcanes, el olor a azufre es típico de la región mineral sumergida de la naturaleza, por eso se le asocia al mítico diablo de las religiones.

Cuando el moribundo desencarna, le sirven de consuelo las plegarias, oraciones y rezos de los ritos religiosos para encaminar su esencia anímica hacia el otro mundo, el mundo de los muertos. ¿Qué continúa después de la muerte del cuerpo físico? La esencia: que es el embrión del alma en un tres por ciento y el ego que la embotella para retornar a un nuevo cuerpo de carne y hueso, hasta cumplir 108 existencias; si no conseguimos despertar conciencia eliminando el ego y crear los vehículos del Ser, nos espera la involución definitiva en los mundos infiernos de la naturaleza.

Pues bien, mis estimados amigos, hasta aquí mis letras, y que la sabiduría de vuestros padres internos clarifique vuestro entendimiento, y les dé el impulso necesario para despertar vuestras conciencias.

Enviado por: Virgilio Cuautle Roldán, instructor gnóstico de Nochistlán, Zacatecas.

Fuentes: Educación Fundamental y Más allá de la Muerte de Samael Aun Weor.

Imagen: “El fantasma de Canterville”. Oscar Wilde. Año 1887

Imagen 2: Hamlet y el fantasma de su padre. Autor: Fusselli, Henry. Año: 1796

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