Experiencias Jinas del Maestro Samael y tres damas

Umberto Boccioni, “Tres Damas”, 1910

Dentro de las experiencias Jinas del Maestro Samael existen exquisitas anécdotas de interesante contenido: En una de ellas, titulada “Tres Damas” empieza por señalar la urgencia de aprender a viajar por la cuarta dimensión, que esto no es trabajoso, lo que se requiere es fuerza de voluntad, tenacidad incansable y paciencia infinita.

Cuenta que, con el anhelo de dirigirse con su cuerpo físico a remotos lugares de nuestro planeta, acostado en su cama, con la cabeza apoyada sobre la palma de la mano izquierda, se concentraba en la madre naturaleza y en el cristo, rogándoles de todo corazón lo auxiliaran en su cometido. Es así que después de mucha práctica, consecuentes desvelos y auxilio de lo divinal, logró hacerse diestro en los estados Jinas.

Un día de esos, a las dos o tres de la mañana, en estado de somnolencia, se levantó de su cama y con gran asombro descubrió a tres damas dentro de su recámara. Una de ellas le ayudó a levantarse, mientras las otras, ante una mesa echaban suertes con unos naipes, para ver cuál de ellas se hacía cargo de su insignificante persona; la suerte recayó sobre la que le ayudó a levantarse, de modo que también le ayudó a salir del cuarto, lo condujo a lo largo de un corredor que conducía a la calle, abrió el portón de la casa (al abrir el portón, no se abrió el portón físico, ¿Que se abrió?... la contraparte de la puerta) y lo sacó a la calle; vio a muchas otras personas que igualmente estaban ocupadas en la misma labor en aquel poblado, donde a la sazón vivían.

La dama en mención le dijo que podía flotar en el ambiente y al hacerlo sintió gran alegría; no niega que sabía que se encontraba en la cuarta dimensión y que nadie lo veía, por lo que hubo cierta falta de prudencia en sus actos, pues tan pronto, lleno de alegría, se lanzaba a las nubes, como se precipitaba, en picada, a la tierra, para volar sobre las casas, las torres de las iglesias, etc. etc.

Aquel proceder, le valió una amonestación de la mujer, quien le dijo que esa actitud era peligrosa y podría perder la vida al estrellarse en el suelo, pues no debía olvidar que andaba con su cuerpo físico.

La dama lo llevo a Nueva York; allí había un caballero que también estaba trabajando en la misma forma; aquella mujer lo ayudó también y lo sacó de su vivienda, de manera que ya fueron dos los viajeros de la cuarta dimensión.

Atravesaron el Océano Atlántico y luego volaron sobre Europa pasando por distintas ciudades en ruinas, pues era la época en que se desarrollaba la mortal segunda guerra mundial. Aquel hombre le dijo: “no sé qué veo en ti, pero lo único que sé es que dentro de ti mismo hay mucho de filosofía y mucho de ocultismo; el Maestro le respondió, “ciertamente soy ocultista y esoterista y me llamo Samael Aun Weor”.

El caballero le advirtió sobre los peligros que existían en las tierras de Europa; le dijo que tuvieran mucho cuidado porque si llegaban a salirse de la cuarta vertical, caerían en esos países sin documentación de ninguna especie, por lo cual los asesinarían o los meterían a la cárcel; “tiene usted razón, le respondió el Maestro, de ninguna manera debemos abandonar la cuarta coordenada”.

“Sobre volando la ciudad” Marc Chagall, 1924

Durante el trayecto se detuvieron unos instantes para entrar en una casa de modistas. La dama que los conducía les manifestó el deseo de ayudar a algunas personas amigas que allí vivían, en concreto, a salir en Jinas a una de ellas, (una humilde modista que estaba estudiando las ciencias Jinas), entre tanto, los dos hombres permanecieron dentro de una habitación contigua, platicando.

Cuando salieron de aquella casa con su guía, seguían flotando sobre el cielo de Europa para llegar hasta el lugar donde querían. El viaje duro unas dos horas. Una vez hechas las investigaciones requeridas se despidió de Nigia, (su guía), del amigo y regresó a casa.

Explica el Maestro que pudo regresar, “gracias a que en el mundo de la cuarta dimensión todo regresa a su punto de partida original. Si abrimos una puerta, esta se cierra de inmediato por sí misma; si llevamos un objeto de un lugar a otro, este retorna por sí mismo a su lugar debido a la fuerza del retorno”.

 Continúa diciendo: “en cierta ocasión salí de la casa por entre la cuarta dimensión; me situé exactamente a una cuadra de distancia y luego me quité la camisa de dormir, la tiré al espacio y observé cuidadosamente el curso que ésta seguía; entonces vi con asombro que flotando tal objeto en la atmósfera regresó a casa, penetró por la puerta y fue a dar al lecho”. Hasta aquí este asombroso relato.

Espero, fino lector, que estas revistas sobre la ciencia Jinas, te sirvan también como impulso a transformar en realidad tus anhelos de desplazarte por entre la cuarta dimensión e ir a aprender a los pies de los maestros de sabiduría. Recuerda lo que señala nuestro Gurú, el Maestro Samael “El cielo se toma por asalto, los valientes lo han tomado”.

Enviado por: José Isabel Mauricio Vargas

Imagen: Umberto Boccioni, “Tres Damas”, 1910

“Sobre volando la ciudad” Marc Chagall, 1924

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